CUERPO COMO EXPERIMENTO - LITERATURA COMO SALUD

Hay cuerpos que son atravesados como muñequitos de felpa y encarnan desconcertados devenires implacables, allí donde la voluntad nada sabe decir a tiempo, allí donde las respuestas son arrojadas a la cara antes de siquiera poder pronunciar las temblorosas preguntas. Devenires que en su irrupción violenta son acechados luego constantemente por palabras, elucubraciones, que intentan encastrarlos inútilmente en relaciones causa-efecto, 'si p entonces q', 'y no podría ser de otra manera debido a las determinaciones sociales-psicológicas-culturales'... nuevos órganos emergen como tumores alrededor de todo ese flujo deseante, lacerando la piel vieja que a cada paso se tensa, y las palabras van y vienen pegándose a los dulces fluidos como moscas.
Y en el centro de toda esta subjetividad rota, remendada, al final el juego es un abandonarse, la salud un dejarse andar esquizo, andar poeta, militante, andar actriz, enamoradx, andares tontx, malx, alegrx, angustiadx, andar simplemente andar, con los ojitos brillosos, con la risa,
en el vaivén susurrado por todos esxs dramaturgxs incautxs y adorables que saben más del cuerpo que el cuerpo mismo, ese cuerpo solo que nada sabe, que nada sabe...
"yo hago un pacto contigo, Walth Withman/ ya te he detestado demasiado"
Ezra fascista
a la edad en que es conveniente hacer amigos
no queda más que recitar a la noche
en sitios oscuros

quizás
Withman, me has perdonado.

Quería contarte algo

Como ese día
de las sandías de doña Lidia
la lluvia torrencial de verano;
mientras jugaban el juego de cartas que nunca entendí ni voy a intentarlo,
con barro
entre los dedos de los pies
y ramito de flores silvestres armado-para-mamá
paseo con la flor popis güemense,
dibujante de huellas inscribiéndose en la tierra,
mojada morena practicando ser salvaje,
su pelambre enredada.

De a ratos me picaba
la agreste belleza
las extremidades en una isla crujiente de calor y monte
entre risas y comentarios soeces de las viejas,
todo se remitía a verle la cara al sol
cuando la inundación
nos tapa las patas.

Quería contarte algo así,
tan parecido a la calma,
una humedad cansina
bajo el concierto relámpago
del horizonte de los bananos. 

Máquina de sol

La máquina pesa.
En sus acoples con máquinas de viento, máquinas del tiempo, máquinas de agua,
se enciende/se apaga,
inflama su motor, estalla.
Con arreglos, desarreglos
convivientes en la misma habitación,
acepta tanto la lluvia como la niebla
oscurante
perdiendo sol, sudando sol, amando sol,
estrellándose.

Por las tardes
en la hamaca paraguaya
con la espalda marcada por la trama,
hundida en la cadencia de los rayos
en intermitente
on-off
on-off
on-off
produce los estados
de animal salvaje que rueda el llano
o que salta, sobrevuela las serranías
los montes escarpados;
de corbeta arrasa-continentes
a la conquista de misteriosos parajes, inexplorados;
de submarino que se sumerge,
resistente al frío, a la humedad del tiempo,
rocalloso pez de lumbre;
de barrilete frágil
divertido, que se enreda
besando viento
abrazando árboles.

en baja frecuencia pulula
rechina en alta
sibilante alada
mi pequeña máquina de sol reverbera
montada al galope de la vida.