Como ese día
de las sandías de doña Lidia
la lluvia torrencial de verano;
mientras jugaban el juego de cartas que nunca entendí ni voy a intentarlo,
con barro
entre los dedos de los pies
y ramito de flores silvestres armado-para-mamá
paseo con la flor popis güemense,
dibujante de huellas inscribiéndose en la tierra,
mojada morena practicando ser salvaje,
su pelambre enredada.
nos tapa las patas.
Quería contarte algo así,
tan parecido a la calma,
una humedad cansina
bajo el concierto relámpago
del horizonte de los bananos.
de las sandías de doña Lidia
la lluvia torrencial de verano;
mientras jugaban el juego de cartas que nunca entendí ni voy a intentarlo,
con barro
entre los dedos de los pies
y ramito de flores silvestres armado-para-mamá
paseo con la flor popis güemense,
dibujante de huellas inscribiéndose en la tierra,
mojada morena practicando ser salvaje,
su pelambre enredada.
De a ratos me picaba
la agreste belleza
las extremidades en una isla crujiente de calor y monte
entre risas y comentarios soeces de las viejas,
todo se remitía a verle la cara al sol
cuando la inundaciónnos tapa las patas.
Quería contarte algo así,
tan parecido a la calma,
una humedad cansina
bajo el concierto relámpago
del horizonte de los bananos.
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